El Patito Feo
En un viejo molino, una pata estaba en su nido cuidando de los huevos, mientras pensaba en los hijos tan preciosos que tendría.
“Tendré patitos bonitos, tendré patitos bellos. Así serán mis hijos, bonitos y bellos patitos”, suspiraba.
Los patitos se demoraron unos cuantos días en salir del huevo. Por fin, la madre pata los fue viendo aparecer de uno en uno. Por cada patito que asomaba la cabeza, el corazón se le agitaba con mucha fuerza, lleno de alegría.
A su lado, bañados por el sol, van a comenzar a moverse los pequeños patitos, que piaban todos a la misma vez. Solo quedaba uno detrás, había salido del huevo blanco, que era extraño, era diferente a los demás y muy feo.
Poco a poco los patitos van creciendo y cada vez se hacen más bonitos y fuertes.
Solamente el que había nacido último era cada vez más diferente. Su cuello era muy largo y su cuerpo extrañamente grande. La madre pata estaba muy preocupada y cada vez que lo miraba se entristecía
Al poco tiempo, todos los llamaba “patito feo” y hasta sus hermanos lo miraban con menosprecio, porque no era como ellos. El pobre patito se sentía desgraciado, porque todos se reían de él y le decían feo.
Una noche el “patito feo”, cansado de que todos se burlasen de él va a aprovechar que los otros estaban durmiendo y va a huir del molino viejo. Va a estar caminando toda la noche buscando un lugar donde quedarse. Por fin, por la mañana, va a ver una casa muy lejos, cerca de un río muy bonito. Una chica le estaba dando de comer a las gallinas.
En ese lugar va a permanecer un tiempo.
Pero todos, tanto los pájaros como los amos, continuaban diciéndole feo. Además tenía que aguantar la crueldad del gallo, que atemorizaba a todos los animales del corral.
“Este pato feo ha engordado mucho” sintió que decía una mañana la hija de los amos. “Si” va a contestar el padre, come más que tres gallinas juntas. Tendremos que asarlo cualquier día e estos. “El pato feo asaremos, el pato feo no los comeremos, van a reír todos.
Aquella noche, asustado, va a huir de la granja, río abajo, hasta que va a llegar a una región pantanosa donde encuentra refugio entre las grandes cañas.
Allí pasó el invierno que fue muy duro y largo. Pero otra vez llegó la primavera y todo va a florecer. Una tarde en que el sol brillaba, una manada de cisne van a llegar a las cañas. Primeramente tuvo dudas, pero, finalmente, se acercó a aquellos pájaros tan bonitos de cuello largo.
Se sorprendió y mucho cuando va a ver que lo recibían con mucha alegría, todos moviendo sus alas. Después, el más viejo le dijo: “Eres el cisne más bonito que hemos visto nunca. Ven con nosotros y serás nuestro rey”, “cisne precioso, sin comparación, eres el mejor”, van a cantar todos los cisnes.
Y el patito feo, que durante aquel invierno se había convertido en el cisne más bonito, fue muy feliz desde entonces.